jueves, 22 de diciembre de 2011

UNA VEZ MÁS..., EL INVIERNO


La naturaleza no entiende de crisis. Mientras los humanos nos afanamos en nuestras preocupaciones y los vientos soplan amenazantes, en estos momentos en que todo parece desmoronarse..., una vez más,… llega el invierno.

En el final de cada año ha sido establecido que, en esta parte del planeta, las hojas deben caerse, el frío debe extenderse por los rincones, la vida debe quedar aletargada… Más allá de cambios climáticos --de los que también somos culpables-- la naturaleza permanece sabia e implacable. Puede asustar de vez en cuando, pero nunca decepciona...

Se acaba un año difícil y las previsiones anuncian que el siguiente será aún peor. A la muerte de la vida natural se le suma otra muerte: los horizontes presagian grandes, negros nubarrones, los dioses no son propicios. Pero el final de cada año anuncia el final de un ciclo, y tras la muerte llegará la renovación, y con la renovación, la vida y la esperanza… Llegará de nuevo a brotar la hierba.

Mientras tanto, en nuestro centro conmemoramos el final de un ciclo. Para ello pedimos a los alumnos que escriban un deseo: debe ser ético, debe contener un valor humano universal, debe ser válido para cualquier confesión y cultura, y a ser posible, debe tener vocación literaria... ¿Estaremos pidiendo demasiado? Se lo comunicamos a los niños, con miedo, con desconfianza... Y ellos, sorprendentemente, se animan, empiezan a soltar deseos, la mayoría estereotipados, manidos, repetidos como una tabla de multiplicar... Insistimos: sed originales, intentad sorprender, llenaos de bondad... Se quedan pensando, las cabezas explotan...

El IES Juan José Calvo Miguel celebra que se acaba un año y que viene otro. Celebra que la vida continúa y que a una estación le sobreviene otra. Celebra que no hay que renunciar a la esperanza. Y, por supuesto, celebra que llega el invierno. Ya volverá la primavera.

                                                                               Nieves Álvarez de la Granja





LLEGA EL INVIERNO. ESPLÉNDIDO DICTADO
ME DAN LAS LENTAS HOJAS
VESTIDAS DE SILENCIO Y AMARILLO.

SOY UN LIBRO DE NIEVE,
UNA ESPACIOSA MANO, UNA PRADERA,
UN CÍRCULO QUE ESPERA,
PERTENEZCO A LA TIERRA Y A SU INVIERNO.

CRECIÓ EL RUMOR DEL MUNDO EN EL FOLLAJE,
ARDIÓ DESPUÉS EL TRIGO CONSTELADO
POR FLORES ROJAS COMO QUEMADURAS,
LUEGO LLEGÓ EL OTOÑO A ESTABLECER
LA ESCRITURA DEL VINO:


TODO PASÓ, FUE CIELO PASAJERO
LA COPA DEL ESTÍO,
Y SE APAGÓ LA NUBE NAVEGANTE.

YO ESPERÉ EN EL BALCÓN TAN ENLUTADO,
COMO AYER CON LAS YEDRAS DE MI INFANCIA,
QUE LA TIERRA EXTENDIERA
SUS ALAS EN MI AMOR DESHABITADO.

YO SUPE QUE LA ROSA CAERÍA
Y EL HUESO DEL DURAZNO TRANSITORIO
VOLVERÍA A DORMIR Y A GERMINAR:
Y ME EMBRIAGUÉ CON LA COPA DEL AIRE
HASTA QUE TODO EL MAR SE HIZO NOCTURNO
Y EL ARREBOL SE CONVIRTIÓ EN CENIZA.

LA TIERRA VIVE AHORA
TRANQUILIZANDO SU INTERROGATORIO,
EXTENDIDA LA PIEL DE SU SILENCIO.

YO VUELVO A SER AHORA
EL TACITURNO QUE LLEGÓ DE LEJOS
ENVUELTO EN LLUVIA FRÍA Y EN CAMPANAS:
DEBO A LA MUERTE PURA DE LA TIERRA
LA
VOLUNTAD DE MIS GERMINACIONES.


                                                                 PABLO NERUDA

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