jueves, 22 de diciembre de 2011

ALGUNOS LIBROS...


                                                                                                          




Algunos libros están destinados a dejar huella. Son, generalmente, libros de juventud, descubiertos en el aula, de forma obligada o voluntaria, que con el tiempo forman un espacio real en nuestra mente. Hubo un tiempo en que los alumnos, bien por costumbre o porque aún no imperaba la cultura audiovisual, leíamos a Machado, a Miguel Hernández, a Márquez, a Baroja o a Kafka, sin esa actitud de condenado al patíbulo que parece darse ahora ante cualquier lectura. No sentíamos náuseas ante la curva de ballesta que lame el Duero, y comienzos como, Muchos años después, frente el pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre le llevó a conocer el hielo, bastaban para arrebatarnos de la vida cotidiana y lanzarnos hacia un mundo que prometía grandes emociones. La lectura era un pago prometedor en el que podíamos refugiarnos y del que no se cuestionaba su exigencia y necesidad.

Algunos libros están destinados a dejar huella; algunos libros nos dejaron huella y de esos libros nos gusta hablar aquí en la biblioteca. Pero en este artículo, no vamos a rememorar ningún clásico. En el Grupo de Biblioteca, últimamente estamos asistiendo a un acontecimiento interesante: cuándo hace mal tiempo y los chavales no pueden salir afuera, vienen a la biblioteca y se sientan animados en torno a un libro. Como si de una fiesta se tratase, todos a la vez comentan sus páginas, se ríen, se alteran. El libro se titula: Robert Ripley, Aunque no te lo creas de Ripley. Y lleva el subtítulo Los hechos más inverosímiles, divertidos y extraordinarios. Y lleva como subtítulo: Entra si te atreves. No es un libro literario; trata sobre anécdotas, hechos curiosos… Nuestros chavales no se emocionan con Proust, pero al menos se emocionan. En la biblioteca hemos decidido que vamos a traer algún manual más de este estilo porque presta ver a los guajes alrededor de un libro.Nieves Álvarez de la Granja
  

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