Del 22 de octubre al 3 de
noviembre, el Grupo de Biblioteca de nuestro instituto puso en marcha la Semana del Terror. Sin entrar a valorar la conveniencia de
participar en festividades más o menos comerciales, los miembros del grupo
aprovechamos la ocasión que determinados acontecimientos sociales nos brindan para impulsar la divulgación de obras
y autores representativos de la Literatura Universal.
El objetivo último es, además, propiciar el desarrollo de estrategias comunicativas
y artísticas en los alumnos.
Durante esa semana, todos los
profesores del centro comenzaron cada una de las clases leyendo un pequeño
fragmento de obras literarias cuyo tema
giraba en torno al miedo, con el fin de desatar la curiosidad del alumno y el
deseo de continuar su lectura. Para ello, se realizó una cuidadosa selección de
párrafos y obras, en las que las características fundamentales fueran --además
de la calidad expresiva--, la atmósfera de miedo o suspense en todas sus
gradaciones.
Con la ayuda de los alumnos,
ambientamos la entrada del instituto, el pasillo y la biblioteca, para que todo
el acceso principal nos condujera a un espacio en el que predominara una
atmósfera inquietante: decenas de murciélagos volaban entre telarañas, un nicho servía de soporte a varios libros
cuyo contenido gira en torno a estos temas. Paneles informativos servían como
expositores acerca de obras y autores clásicos que han desarrollado este tema:
entre otros, Poe y Lovecraft, encabezaban el espacio del horror; Conan Doyle,
Agatha Christie, Raymod Chandler, protagonizaban el suspense; Cortázar y
Borges, lo irracional… Y presidiendo
todos ellos, imágenes terroríficas, velas, calaveras y otras exquisiteces,
desplegaban su presencia por donde sus etéreos cuerpos y rostros les permitían.
Un nicho más pequeño servía de
sarcófago a un grupo de papiros enrollados que encerraban minicuentos
espeluznantes. Los alumnos los leían durante el recreo y se los quedaban; pues
el miedo no pertenece más que al que desea sentirlo. Tuvimos que preparar
muchas veces estos relatos, porque los chicos están ávidos de sentir esta
emoción y, como son jóvenes, manifiestan ese malestar de forma aparentemente
sádica: riéndose.
En la biblioteca, durante los
recreos, los chavales leyeron cuentos terroríficos a la luz de las velas,
mientras un esqueleto cubierto con una capa y una hoz los señalaba amenazante.
El esqueleto amenazaría, pero acabó sin unos dientes y alguna costilla…; pero
ese es otro tema, que no tuvo solución…
Interiorizado el miedo, los
alumnos, por imperativo legal, participaron animosamente en un concurso de
relatos de terror. Y damos fe de que algunos de ellos asimilaron bien las
técnicas y ambientes que nos llevan a querer huir de lo oscuro. Sobre todo, los
ganadores: María Agudo González, de 4º B; Mateusz
Marian Zuwalski , de 3º B; AlejandroPérez
López, 1º de B, y Klaudia Teresa
Kosalka, 2º B .
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