La exitosa escritora Clara Sánchez gana la 62 edición del Premio Planeta y la cineasta y exministra de Cultura Ángeles González-Sinde queda como espectacular finalista en su debut en la narrativa de adultos.
En una atmósfera pespunteada por el azul corporativo, la gala de
entrega anoche volvio a mostrar el poder de convocatoria del premio. Bajo tres
gigantescas pantallas y un moderno escenario, unas 1.300 personas se reunieron
en el Palacio de Congresos de Barcelona. Si la representación mayoritaria era
de medios de comunicación —casi una cuarta parte de los asistentes—, la
política, menor, claro, tenía su carga de morbo. A la izquierda del presidente
del grupo Planeta, José Manuel Lara, se sentó el presidente de la Generalitat,
Artur Mas, quien, sin duda, mientras oía el desgranar de las votaciones a
través de la voz de la presentadora Lourdes Maldonado, debía acusar aún las
palabras del editor realizadas el lunes, cuando aseguró que la independencia de
Cataluña “es imposible, y todos lo sabemos”.
“Stendhal decía que somos detalles”, suele decir Sánchez
(Guadalajara, 1955), que ha cargado siempre sus personajes de alta densidad
psicológica y que en El cielo ha vuelto, la obra con la que ha
obtenido los 601.000 euros del galardón, sigue indagando bajo esa premisa, aquí
a partir de una modelo de pasarela de éxito que durante un viaje en avión es
alertada por una vidente de que alguien desea matarla. Saberlo hará que se
replantee toda su vida y vuelva a mirarlo todo con otros ojos, en un paradójico
crecimiento personal. La idea le surgió cuando, hojeando una revista de moda en
una peluquería, le “pareció ver en la típica imagen de una modelo lánguida una
mirada de espanto”. Y ahí arrancó la historia de una joven que “lo tiene todo,
pero en la que se instala la duda y la desconfianza”. Una desconfianza, dice
Sánchez, “que se ha generalizado en toda la sociedad, por lo que quería indagar
si ella nos lleva a la crueldad o la lucidez”.
La trama está en línea con una trayectoria literaria de casi 25
años y una decena de obras, que arrancó con Piedras
preciosas.
Novelas inventadas a partir de un substrato de realidad, notable introspección
de los personajes y un predominio del halo emotivo (“siempre escribo con el
corazón; lo que mueve el mundo son las emociones”) han marcado una trayectoria
con obras como Desde el mirador (1996) a Presentimientos(2008) pero que ya ha
recibido reconocimientos como el Alfaguara de novela por Últimas
noticias del paraíso (2000) o Lo que esconde tu nombre,
con la que en 2010 obtuvo el Nadal. Esa obra significó su despegue comercial,
vendiendo (gracias especialmente a su aparición en Italia, donde fue un brutal best-seller), más de medio millón
de ejemplares.
Un éxito que Sánchez ha repetido en su décima y hasta ayer última
novela, Entra en mi vida (2012),
basada en el triste episodio de los niños robados de hospitales españoles y en
donde vuelve a jugar con la complicidad de la mirada de la psicología femenina,
utilizando el detalle de hechos cotidianos para describir un mundo. No muy
alejado de lo que hacen sus admiradas Mercè Rodoreda, Natalia Ginzburg y la
recién nobelizada Alice Munro.
La gran sorpresa de la noche fue la finalista Ángeles
González-Sinde(Madrid, 1965), ministra de Cultura entre 2009 y 2011, que se
embolsó 150.250 euros con El buen hijo, una ágil comedia
moderna donde se narran las vicisitudes de un apocado hombre de 36 años que
vive y trabaja bajo la sombra de su madre viuda, ambiente asfixiante que se
altera con la llegada de una sirvienta rumana. “Vicente es un personaje
expulsado de otras historias que hice y que quería recuperar”, dijo la
exministra, encantada de retomar “el recogimiento del escritor” tras su paso
por la política.
Si bien la
novela significa el debut de Sinde en la narrativa para adultos, no lo es con
las letras, ya que es autora de 18 guiones, entre ellos La
buena estrella, que obtuvo un Goya. Y otros muchos suyos están emparentados con
la literatura, como Las razones de mis amigos(basada en Lo
real,
novela de Belén Gopegui, con quien trabajó también en La
suerte dormida), El misterio Galíndez, (a partir de la obra
de Vázquez Montalbán), La vida difícil (adaptación de una obra
de Almudena Grandes) o Una palabra fija (sobre una de Elvira
Lindo). González-Sinde —cuya defensa de los derechos digitales en su etapa de
ministra sintoniza con las ideas de Lara, furibundo enemigo de la piratería—
luce incluso en su currículo un premio ganado: fue en 2006, cuando se llevó el
Edebé de novela infantil por Rosanda y el arte de
birlibirloque.
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