jueves, 1 de marzo de 2012

   El próximo mes de marzo, algunos de nuestros alumnos participarán en el concurso que Coca-cola pone en marcha anualmente. Cada instituto puede enviar un máximo de cuatro alumnos, así que una representación de los centros educativos asturianos de secundaria se reunirán, en una primera frase, para crear el mejor relato . El proceso es simple y directo: la marca promotora entrega a los chavales una imagen motivadora en un sobre y  ellos, a partir de las emociones, sensaciones suscitadas,  se enfrentan durante dos horas a su propio instinto creador. Los seleccionados de cada Comunidad Autónoma pasarán, en una segunda fase, a un ejercicio similar en Madrid (allá por junio). Los ganadores a nivel nacional obtienen un premio que consiste en una viaje por Europa con un profesor durante una semana, junto con el resto de los premiados. Junto a la modalidad de narración, existe otra, a la que también pueden optar, de ilustración.

   En nuestro instituto hemos realizado una selección previa en la que han participado todos los alumnos de 2º de ESO. El ejercicio, que constituye uno de los muchos trabajos evaluables de clase, dio lugar a varios relatos que arrojan una mirada ya "no tan inocente" sobre el mundo que nos rodea.La imagen que ofrecimos a los alumnos era más o menos esta: al fondo y en la parte izquierda de la foto se vislumbra una calle propia de cualquier suburbio extrarradio marginal. Hay charcos por todos lados y el lodo se dispersa por una carretera sin asfalto. A ambos lados, una hilera de casas bajas con puertas desvencijadas se desparrama sin ningún concierto. En la mitad derecha de la foto, y en primer plano, un autobús de un azul eléctrico, roto, oxidado, viejo y aparcado en medio de la calle, dormita moribundo en su cementerio particular. Dentro del autobús, en la ventanilla trasera, los ojos de un niño miran al infinito de la calle, a nosotros los espectadores, que pasamos de observadores a observados. Al igual que pasó con La Gioconda, nadie podría asegurar qué pensamientos provocan la profundidad de su mirada. Tampoco sería fácil determinar la edad del niño, pues los mensajes que captamos son contradictorios. Un pie de foto diminuto nos sitúa en Delhi, época contemporánea.

Esto es lo que les dimos, y esto es lo que algunos de ellos hicieron:

RELATOS GANADORES EN PDF

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